sábado, 2 de agosto de 2025

Autocompasión y Autoestima No Son Lo Mismo: Aprende a Diferenciarlas y Sanar Desde Adentro

 



En el camino del crecimiento personal, muchas veces escuchamos frases como “ámate a ti mismo/a” o “debes tener más autoestima”. Sin embargo, lo que a menudo se pasa por alto es que autoestima y autocompasión no son lo mismo. Y entender esta diferencia puede marcar un antes y un después en tu bienestar emocional.

Ambas son herramientas valiosas, pero funcionan de manera distinta y se cultivan desde lugares diferentes. En este artículo de Hogar Sana, te explicamos qué las distingue, por qué necesitas ambas y cómo comenzar a integrar la autocompasión en tu vida, especialmente en los momentos difíciles.


¿Qué es la autoestima?

La autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos/as. Es la forma en que evaluamos nuestra valía personal, nuestras capacidades, logros y características. Sentir que somos competentes, atractivos, valiosos o admirables puede alimentar una autoestima alta.

Pero aquí hay una trampa: la autoestima muchas veces depende del rendimiento, la comparación o la aprobación externa. Cuando todo va bien, cuando conseguimos nuestras metas, cuando sentimos que destacamos… la autoestima sube. Pero cuando fracasamos, cometemos errores o nos sentimos menos que otros, la autoestima puede desplomarse.


¿Y la autocompasión?

La autocompasión es algo muy diferente. No se basa en si te sientes exitoso/a, atractivo/a o inteligente. Se trata de cómo te tratas a ti mismo/a cuando las cosas no van bien.

La autocompasión implica:

  • Ser amable contigo cuando fallas o sufres

  • Reconocer que todos los seres humanos cometen errores

  • No juzgarte duramente ni castigarte por tus defectos

  • Abrazarte emocionalmente, en lugar de abandonarte cuando más lo necesitas

En palabras simples: la autoestima dice “me quiero porque soy bueno/a en algo”.
La autocompasión dice “me quiero incluso cuando no lo soy”.


¿Por qué es tan importante diferenciarlas?

Porque muchas personas con aparente alta autoestima pueden ser profundamente autocríticas y duras consigo mismas cuando fallan. Y en esos momentos, la autoestima no es suficiente. Es ahí donde la autocompasión se vuelve esencial.

Por ejemplo:

  • Una persona con alta autoestima puede sentirse segura cuando tiene éxito… pero hundirse en vergüenza si fracasa.

  • En cambio, una persona con autocompasión se trata con comprensión incluso en el fracaso. No se castiga, se consuela.

Además, la autoestima muchas veces está basada en comparaciones sociales: “Me siento bien porque soy mejor que…”
La autocompasión, en cambio, nos conecta con la humanidad compartida: “Me permito sentir esto porque todos, en algún momento, también lo sienten.”


¿Cómo cultivar la autocompasión?

La buena noticia es que la autocompasión puede entrenarse, al igual que un músculo. Aquí te dejamos algunas prácticas que puedes incorporar en tu vida diaria:

1. Háblate con amabilidad

Observa tu diálogo interno. ¿Te criticas cuando cometes un error? Cámbialo por palabras de consuelo:
"Lo hice lo mejor que pude."
"Estoy pasando por un momento difícil, y eso está bien."
"Soy humano/a, no tengo que ser perfecto/a."

2. Reconoce tu sufrimiento sin juicio

Permítete sentir tristeza, enojo, miedo o frustración sin etiquetarlo como algo malo o débil. Es parte de tu experiencia humana.

3. Conecta con otros desde la vulnerabilidad

Recuerda que no estás solo/a en tus emociones. Todos fallamos, todos sentimos dolor. Eso no te hace menos valioso/a, te hace humano/a.

4. Práctica de la mano en el corazón

Como vimos en otro artículo, colocar tu mano sobre el pecho mientras respiras profundo puede ayudarte a calmarte y recordarte que estás contigo.


¿Y entonces? ¿Necesito autoestima o autocompasión?

Necesitas ambas, pero si tu autoestima no va acompañada de autocompasión, puede ser frágil e inestable.

La autoestima te ayuda a creer en ti.
La autocompasión te ayuda a no abandonarte cuando más lo necesitas.

Cuando las dos trabajan juntas, construyes una relación contigo basada en fuerza y ternura. No necesitas ser perfecto/a para amarte. No necesitas sobresalir para darte valor. Solo necesitas estar presente contigo con honestidad, aceptación y cariño.


En un hogar sano, también se practica la compasión hacia uno mismo

En Hogar Sano, creemos que el verdadero bienestar comienza dentro de ti. No solo cuando sonríes o logras metas, sino también cuando lloras, fallas o te sientes perdido/a. Porque ahí, más que nunca, mereces tu propia comprensión.

Autocompasión y autoestima no son lo mismo, pero juntas pueden transformar tu mundo interior.

Hoy, pregúntate:

¿Y si en vez de exigirme tanto… aprendiera a acompañarme con amor?

Tu corazón —y tu vida— te lo agradecerán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario